domingo, 4 de octubre de 2009

Remembranzas no tan pasadas

Ese día estaba de malas, toda la semana planeando el viaje, haciendo llamadas, pidiendo descuentos ("ándele, no sea malito, tome en cuenta que somos estudiantes de la UNAM"), comprando provisiones, juntando dinero, haciendo planes, realizando el tour (bueno, bonito y barato), consiguiendo todos los aditamentos indispensables para poder hacer un buen viaje, realizando negocios y encargándome de las relaciones sociales ("y qué, después del congreso la fiesta en casa de algún zacatecano ¿no?"),para que al final, todo se cumpliera, pero en mi ausencia.
¿Qué pasó? ¿Cómo es que dejé ir a los zacatecanos tan guapos ellos (y a los de monterrey, puebla, sinaloa, veracruz...y a los chilangos)? Pues nada...un maldito bicharajo (hijo de su...) decidió tomar unas lindas vacaciones en mi garganta.
El resultado: inyecciones e inyecciones, una tras otra, inyeciones encima de los moretones y encima de esos moretones y encima de los moretones y encima de lo que antes, en algún momento, fueron mis nais(lease nalgas), un dolor del demonio, al borde de no poder pasar ni saliva, un insomnio desesperante, un aburrimiento total y, sobre todo, una mezcla entre coraje, tristeza y desilusión...al final, ese lema popular de que mientras más planeas las cosas menos te salen vino a tener la puritita razón.
Total, una semana de vacaciones y yo sin poder disfrutarla, nada de fiestas, nada de alcohol, nada de nada... todo el día en casa (lo que más odio y lo que más me deprime), dedicándome sólo estar echada como vaca, tampoco tenía ganas de nada, para ese entonces mis estado anímico era peor que el de una cucaracha recien aplastada.
Los días pasaron, el ánimo no mejoró. Las llamadas constantes de mis amigos me alegraban, pero, debo admitirlo, venían también cargadas de cierta acidez, de querer estar con ellos, de querer pasarmela tan bien como ellos lo estaban...
Ahora, pues nada, ya no hay síntomas, regreso a la escuela, pero sin saber que rara enfermedad me aqueja...es aquí donde cuento la segunda fase, y es que la historia es que mejoré, mejoré mucho, ya no había fiebre y por ende ya no había alucinaciones, ya no había dolor y juraba que podía pasarme una uva enterita sin dolor alguno, ya podía comer y comenzaba a dormir bien el único problema es que mi garganta sigue destrozada, como si no me hubieran inyectado nada de medicina, como si todo ese tiempo no hubiera seguido ningún tratamiento... (¡llamemos a House! jajaja, perdón, pero he perdido mi tiempo viendo al antihéroe de moda y hasta este momento estoy tomando con gracia la situación, hace unos días u horas lo hubiera contado llorando y quizá prediciendo mi muerte jiji).
Ante el misterio de la enfermedad el doctor decidió mandar muchos estudios ( yo y los doctores no somos los mejores amigos) y suspender todos los medicamentos por eso de la resistencia que pueden crear los bichos...Así que me tuve que ir a hacer los dichosos estudios (confieso que prefiero que me saquen sangre a las inyecciones...en las inyecciones sientes cómo pasa el líquido, en la sacadera de sangre sólo sientes el piquete y eso que llenaron varios tubitos.
Total, como unos estudios son más tardados que otros me entregarán todos completitos hasta el jueves, así que, después de recibirlos tendré que ir derechito al doc. de apellido bonito para que ahora sí, descifre mi extraña enfermedá...
Por lo pronto, ya estoy más tranquila la verdá es que los médicos me dan miedo y me da miedo que me digan que no saben qué tengo porque mi cabecita se encarga de inventarse tantas cosas ¡qué bueno!, yo creo que hasta imaginé enfermedades inexistentes, jaaa estoy bien loquita...bueno ya, no me discriminen por tener anginas feas al borde de causar vómito y mantenganme distraida porque mientras más pienso, más enfermedades me invento... ¿qué a poco se creyeron eso de la influenza porcina?


P.D. Ya, trataré de ser más seria, no me hagan caso y tomen las medidas preventivas necesarias sin llegar a la paranoia en la cual nos quieren (y están) sumergiendo.

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