miércoles, 7 de julio de 2010

Mi madre murió el día de mi cumpleaños, ese día mi casa estaba llena de flores, de grandes arreglos, pero ninguno era para mí, todos, absolutamente todos eran para ese ser inerte que reposaba en el ataúd.
¿Por qué se le ocurrió morir justo ese día? No lo sé, quizá quería que me llevara su marca, que siempre la recordara, quizá era su manera de fastidiarme, de recordarme todos los años que yo tuve una madre a la cual siempre traté de evitar. O quizá, como suele pasar, la muerte llegó inadvertida y ella no puedo retenerla, convencerla de que aguantara un poco más y finalmente, tuve que ceder.
No, ya no lo sufro, ya no lo lloro, ya no lo siento; pero tdas las personas que me rodean siempre lo comentan, lo hablan...no soy yo el que no lo ha solucionado, son ustedes, me gustaría gritarles.
Mi madre murió el día de mi cumpleaños, no me quejo, nunca he recibido tantas cartas como aquél día, no tuve pastel, pero durante algunas semanas pude comer distintos boadillos y café que traían familiares y vecinos.
Mi madre murió el día de mi cumpleaños...

martes, 26 de enero de 2010

¿Se le hace tarde para la hora del té?

Como Alicia en el país de las maravillas me sentí hoy al caminar por el Alberta Legislature un edificio muy famoso aquí en Edmonton. Para llegar tuve que tomar el metro, es la segunda vez en toda mi estancia aquí que tomo el metro, la verdad es que su metro me da risita jijiji, son muy pocas estaciones y están re cortitas así que eso explica el por qué casi no lo he tomado, el caso es que para llegar a la entrada del Alberta Legislature no tienes que salirte, en sentido estricto, del metro, los mismo pasillos te llevan hasta enfrente el palacio, ya ahí, tienes que salir para ahora sí ver el palacio de cerca...
Lo primero que vi y me gustó fueron lo árboles con unas frutitas rojas, conforme me acerqué me di cuenta que eran nada más y nada menos que cerezas, ¡sí, cerezas!, debo confesar que las ganas de arrancar una y depositarla en mi boca me estaban ganando, pero supuse que ya no servirían por tanto frío, no sé, las imaginé congelas...
El edificio sí está bonito, quizá no me impresionó tanto...no sé por qué, a lo mejor porque, como siempre sucede, en las postales se ve mejor, pero también hay que recordar que frente a los -22 grados en los que me encontraba, no se podía hacer nada, así que las hermosas fuentes que presumian todas las fotos no estaban funcionando y todo estaba lleno de nieve...por lo menos a alguien se le ocurrió hacer unas hermosas esculturas de hielo en una de las congeladas fuentes y eso hizo que no estuviera tan mal.
El caso es que cuando voltee vi un hermoso y gordo conejo blanco aaah, quise ir tras él y así fue como, en vez de sacar mil fotos del edificio, me dediqué a tomarle dos mil fotos al gran conejo blanco que resultó no ser un conejo sino una gran y gorda liebre blanca...resulta que estos peculiares animales en verano andan por todo Edmonton, así deambulando con la gente por las calles aaah, eso me gustó y llamó mucho mi atención...imaginen que así fuera en el defectuoso. Descubrí que una libre puede hacer que te disraigas de tu destino final y que, como le sucedió a Alicia, te pueden llevar a otros mundos...el problema es que acá las liebres no sé si corren porque se les hace tarde para la hora del té, pero de que corren, corren y yo por más que trato de alcanzarlas no dejan que las acompañe y, a diferencia de Alicia, me convierto en una observadora conformista...ok, la próxima prometo correr más rápido.

P.D. ¡Me quiero llevar una liebre a mi casa!:D

miércoles, 20 de enero de 2010

Pisando anhelos

Una de las cosas simples que me gusta hacer por la vida es pisar las hojas secas que me encuentro a mi paso, ya sé que para muchos este acto pasa casi inadvertido, pero aunque no lo crean, para mí siempre ha sido algo bien placentero (lo sé, soy rara), algunas veces hasta me peleo con la gente para que no pisen una hoja o puedo cambiar drásticamente mi ruta con tal de pisar unas cuantas hojas secas, otras veces hasta las escojo, me gustan las que crujen rico, las más secas jeee.
El otro día iba caminando rumbo a la escuela de mi hermana y descubrí que la nieve también cruje rico jeeee, lo admito, ahora también puedo decir que pisar la nieve es algo placentero, me gusta pisar la nieve y me gusta ese pequeño crujido y esa sensación de flotar por un instante.
Trataré de describírselos, pisar la nieve es como flotar por un breve momento, es como sentirte más ligero por un segundo, aunque después tu propio peso te haga recordar que has comido mucho estos días y te hunda en la nieve, esa sensación, de que se detiene el tiempo, de que estás estático y flotando…¿me explico? Luego das el paso y en el instante en que das el paso el crujido viene, es un leve crunch, ligero, ligero, pero ahí está, lo sientes, lo escuchas…
Por lo pronto a falta de hojas secas, voy por las calles pisando por la orillita, donde juntan la nieve, sé que después a falta de nieve, pisaré hojas…

Frío y más frío

Debo confesar que lo primero que quería hacer en cuanto tuviera un pie afuera del avión era correr a la nieve y aventarme, tirarme y jugar con ella. Me sorprende como los seres humanas les puede atraer tanto aquello que desconocen así estaba yo, como una niña impaciente esperando la oportunidad de poder conocer la nieve de cerquitas…
Desde que era niña la nieve me llamó la atención, recuerdo que veía siempre muy contenta los juegos olímpicos de invierno en la televisión y me imaginaba siendo una patinadora profesional, algunas veces deseaba con todas mis fuerzas que cayera nieve en el DF…todo era en vano; despertaba, corría a la ventana y todo seguía igual de soleado a como lo había dejado.
Luego crecí, entendí que la nieve no era posible en el DF y que tendría que ir a conocerla lejos…un día, lo recuerdo muy bien, fui con mi tía-madrina a tepoztlán y recuerdo que cuando pasamos por Toluca en la orillita de la carretera había poquita nieve, o al menos eso parecía, más adelante, los carros se estaban deteniendo para hacer muñequitos de nieve, pero mi tía-madrina que no comprendía mi emoción con la nieve, no quiso parar y salimos corriendo a lugares más soledos.
Luego, mi hermana viajó al “fin del mundo” en Argentina y ahí ella pisó la nieve por supuesto, aunque no fui yo la que la pisó, cuando me enseñó sus fotos me emocioné harto de mucho y la atosigué con varias preguntas “¿sentiste mucho frío? ¿no te resbalaste? ¿qué se siente pisar la nieve? ¿hiciste bolas de nieve? ¿hiciste angelitos? Etc, etc” ; ella, siempre comprensiva, trataba de contarme cómo era todo, pero no es lo mismo que vivir la experiencia.
Total, que así había vivido todos estos años, frustrada porque en el DF no caía nieve, conformándome con mis escasas visitas a la pista de hielo, poniéndome contenta con el intento chafa de sentirnos en el super invierno del Ebrard (sí, ya sé que en eso se gasta el presupuesto, pero bueno ya que lo hizo por lo menos yo sí lo aprovechaba)…ya lo estaba asumiendo, ya ni siquiera me acordaba de todo esto que les estoy contando, pero cuando la vi desde el avión recordé que una de las cosas que siempre había querido hacer era conocer la nieve; entonces, todos los recuerdos de la infancia, todo, todito vino a mi mente…ya se imaginarán mi desesperación por tocar la nieve.
Para mi mala suerte, cuando salí a la calle, después del aeropuerto no veía nieve en las calles, pregunté si no había nevado y me dijeron que ya tenía rato que no nevaba, pero que sí había nevado, sólo que habían pasado unas máquinas para limpiar la nieve…¡limpiar la nieve!-grité, la nieve no se limpia jajajaja, después me explicaron que no me preocupara que al siguiente día vería tanta nieve que me hartaría…
Yo, emocionada por tener mi encuentro con la nieve salí feliz y corriendo del departamento.
Bajé las escaleras para llegar al bosque que está a la orilla del río y ya…todo estaba blanco y brilloso y yo, que no podía esperar, corrí, me metí a la nieve, la toqué, la pisé, la aventé y así, como una niña que estrena sus juguetes que le trajeron los reyes me encontraba feliz, cumpliendo mi fantasía que había tenido desde niña…lo malo es que no estoy tan acostumbrada al frío, así que el chistecito sólo duró un ratito, después comencé a titiritar de frío…

Tocando nubes

El lunes antepasado tomé un avión yo solita jaaa, ya sé que no es una gran hazaña ni que tampoco tiene mucho mérito, pero he de confesar que fue mi primera vez yo solita en un avión que iba a tierras tan lejanas, es decir, es la primera vez que iba a pisar otro charco.
En fin, que yo estaba nerviosa por eso de las aduanas y las diferentes problemáticas con la lengua ya que debido a mi empecinado NO gusto por el inglés resulta que no lo hablo y eso me creaba conflictos a la hora de pasar por la aduana, además, pues mi miedo estaba acrecentado porque era la 1º vez que pisaba suelos no míos, congelados y luego yo solita.
Tengo un serio problema y es que no me gusta estar callada, me gusta mucho platicar, desde pequeña he sido así, recuerdo que mis hermanas o mi madre me decían “por favor, ya cállate tantito” porque parecía, y sigo pareciendo, un loro de esos que nunca se callan, el caso es que en el avión después de la primera hora y yo sin un reproductor de música más que con la música del avión, estaba harta, quería socializar, quería platicar. Así que pese a las recomendaciones de mi hermana de no hablarle a nadie, decidí desobedecer y me puse a echar chal con mi vecina de asiento…No le hubiera dicho dos veces porque al parecer la señora padecía de lo mismo que yo, total que nos la pasamos 5 horas platicando de todo un poco.
En fin, desde el avión todo se ve chiquito, chiquito y eso me hizo pensar en lo pequeños que somos, en el gran daño que le hemos ocasionado a la gran madre (osea la tierra), ¡pobre! ella que tanto se ha preocupado por nosotros y nosotros tan mal agradecidos, como siempre, destruyéndonos a nosotros mismos y, en el camino, llevándonos también a ella…
Crucé por grandes ciudades nada más y nada menos que por gringolandia, desde el cielo sólo se veían muchas lucecitas prendidas y grandes edificios; también pasé por desiertos (parte de México, Tijuana y Texas, me supongo); después la vi, vi la nieve en las montañas; y luego, cuando el avión ya estaba bajando, vi la nieve en la pista, vi la nieve por las calles…empezó la película.
Sí, entre pláticas, música fea del avión, miedo a tomar chela o wisky o vodka por eso de no entenderle al de la aduana, pollo con arroz y unas galletitas bien ricas viví mi viaje, mi primer viaje en avión yo solita…

P.D. La nubes parecen algodones y dan ganas de querer salir y caminar sobre ellas

viernes, 1 de enero de 2010

Vida vieja, año nuevo

¡Señoras y señores llegó el 2010! Esta vez no tengo nostalgia por el año que se nos fue, es más ya quería que se acabara y no saber de él...Hace un año, cuando de igual manera inició el 2009, varios propósitos tenía en mente, varias cosas deseé...no todo lo cumplí, pero, debo aceptarlo, logré cosas que ni por mi mente habían pasado; sin embargo, las circunstancias, mis decisiones y todo lo que después englobó mi vida hizo de este año un calvario...debo confesarlo, no me gustó el 2009 y tanto nos empeñamos (él y yo) a no querernos que incluso el último día del año tenía que estar enferma.
Es por eso que me entusiasma este año, varios cambios en mi vida sucederán, ¡acabo la carrera señores y señoras!, y bueno, me encuentro feliz, feliz como hace bastante tiempo no lo estaba, ya no arrastro fantasmas, ni tampoco me persiguen...digamos que estoy lalala que significa muy, muy contenta jajaja y con muchas ganas, ganas de todo aah, de verdad me sorprende como cambia de color la vida.
Bueno, pues ¡feliz año para todos! y a disfrutar que la vida se va acabar...