En fin, que yo estaba nerviosa por eso de las aduanas y las diferentes problemáticas con la lengua ya que debido a mi empecinado NO gusto por el inglés resulta que no lo hablo y eso me creaba conflictos a la hora de pasar por la aduana, además, pues mi miedo estaba acrecentado porque era la 1º vez que pisaba suelos no míos, congelados y luego yo solita.
Tengo un serio problema y es que no me gusta estar callada, me gusta mucho platicar, desde pequeña he sido así, recuerdo que mis hermanas o mi madre me decían “por favor, ya cállate tantito” porque parecía, y sigo pareciendo, un loro de esos que nunca se callan, el caso es que en el avión después de la primera hora y yo sin un reproductor de música más que con la música del avión, estaba harta, quería socializar, quería platicar. Así que pese a las recomendaciones de mi hermana de no hablarle a nadie, decidí desobedecer y me puse a echar chal con mi vecina de asiento…No le hubiera dicho dos veces porque al parecer la señora padecía de lo mismo que yo, total que nos la pasamos 5 horas platicando de todo un poco.
En fin, desde el avión todo se ve chiquito, chiquito y eso me hizo pensar en lo pequeños que somos, en el gran daño que le hemos ocasionado a la gran madre (osea la tierra), ¡pobre! ella que tanto se ha preocupado por nosotros y nosotros tan mal agradecidos, como siempre, destruyéndonos a nosotros mismos y, en el camino, llevándonos también a ella…
Crucé por grandes ciudades nada más y nada menos que por gringolandia, desde el cielo sólo se veían muchas lucecitas prendidas y grandes edificios; también pasé por desiertos (parte de México, Tijuana y Texas, me supongo); después la vi, vi la nieve en las montañas; y luego, cuando el avión ya estaba bajando, vi la nieve en la pista, vi la nieve por las calles…empezó la película.
Sí, entre pláticas, música fea del avión, miedo a tomar chela o wisky o vodka por eso de no entenderle al de la aduana, pollo con arroz y unas galletitas bien ricas viví mi viaje, mi primer viaje en avión yo solita…
P.D. La nubes parecen algodones y dan ganas de querer salir y caminar sobre ellas
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